La veremos en septiembre como hace sesenta años, con aquella corona de entonces. Sin las estrellas pero el mismo brillo, con la simetría de sus diez imperiales desafiantes de realeza, que a ver quién supera. Será en septiembre cuando nos reencontremos con el Consuelo de nuestros abuelos, que serán los que miren por nuestros ojos y compartiremos unas lágrimas antiguas y el calor de los días. Falta ya muy poco para que la mansedumbre estética de una corona muy inocente y bella ciña de nuevo las sienes de la Virgen del Consuelo. Será en septiembre. O fue hace sesenta años. Ponernos ese día a sus plantas será como viajar en el tiempo. La diferencia es que ahora las fotos hasta se pueden hacer con un teléfono.