viernes, 20 de mayo de 2011

Balance de la Semana Santa de 2011

Acabó, llegó y pasó con la sensación de que apenas estuvo. Siempre nos pasa igual; otra Semana Santa más que se nos fue. Por eso esta Tertulia se reunió en la Cruz de mayo del Silencio: para hablar de cómo fue, de cómo la vivió. De lo allí hablado lo fácil sería poner grabación (que hay) pero como ahora no sabemos dónde está, pasamos a resumir (y, lamentablemente, perder matices muy ricos de la conversación) por escrito lo más destacado que este cronista recuerda y se le apetece escribir:

La lluvia
Para empezar, destacar la responsabilidad con la que casi todas las hermandades obraron cuando el cielo dijo de llover. Esto animó el debate ya mantenido en los micrófonos de Canal Sur radio el pasado Viernes Santo sobre si las cofradías tienen que salir, y cómo, cuando la lluvia acecha. Los argumentos más o menos fueron los mismos así que otro día pondremos el audio del Viernes y listo pero mientras esperamos, abundamos: acierto en la mesura del Silencio para esperar y una capacidad resolutiva en la de la Esperanza Macarena y la de las Angustias para rectificar sobre la marcha digna de elogio. Lección de las tres, alumno aventajado la de Pasión y el Gran Poder y esperando que se pase por el despacho del tutor la del Encuentro y aclare porqué estando al lado de Santa Teresa optó por subir el Paseo en busca de San Pedro.

Palios sobre todo
Se habló de la personalidad bastante definida de muchos pasos, de palio sobre todo: el Consuelo, la Merced, la Esperanza, la Soledad, los Dolores del Entierro, el Amor, la Buena Muerte... Son pasos a los que uno ya sabe a lo que va cuando se acerca a verlos. A ello no sólo contribuye la labor de priostes (que también) sino la de músicos. Pero en eso se abundará más adelante. Centrándonos en los priostes, qué bueno es poder contar con pasos tan diferentes: de la exuberancia de la Esperanza y su abundancia en flores de cera (y de las otras también) a otro sin ellas, más 'seriote' como la Merced, pasando por el enorme sabor del palio del Consuelo. A mantener esto contribuyeron los repertorios. Acertadísimo el de Fe y Caridad (la municipal de Berja), correctísimo el del Consuelo (la Mezquita, de Alboloduy) y cuidadísimo el de los Dolores (Municipal de Almería) que, entre otras cosas posibilitaron disfrutar de marchas como Margot, de Turina, la O, de Gardey o Dolorosa, de Antonio San Nicolás. Unido a las joyas siempre habituales. Pero seguimos con los pasos: precioso el Descendimiento, elegante la Buena Muerte, señorial el Cautivo, magistral la Cena...

La calle de las Tiendas
Un acierto. En todos los sentidos. En lo estético no hace falta decir mucho más; basta con haber estado allí o ver, ahora, las muchas fotografías que se hicieron. Y en lo demás, también. Acerca muchos barrios a la Catedral evitándoles el rodeo de la plaza Marín, si tiran por arriba, o la de la plaza Flores, si tiran por abajo, y hacen un poco más posible el deseo de trasladar la Carrera oficial al entorno de la Catedral. Retirados los carteles fijos, esta Tertulia entiende que para el año que viene bastará con retirar también los abatibles y listo: aquello srá como la serie, una autopista hacia el cielo.

Música
Se habló de las bandas que vinieron y los repertorios que, en mayor o menor medida, se interpretaron. A destacar el nivel altísimo de la de Sorbas y el cuidado repertorio de la de Alboloduy tras el Consuelo así como el de la Municipal tras los Dolores (se destacó el hecho de que se interpretase hasta dos veces Margot). En cornetas y tambores brillantes la del Cautivo de Málaga, con la Cena, y la de Santa Cruz todos sus días. En agrupación la palma se la llevó la Pasión de linares y comentarios muy elogiosos para la de Nuestra Señora del Mar. Esta Terulia no se esperaba la calidad con la que se presentó esta Semana Santa. El cuarteto coral de la Caridad, sublime pero, vamos, no hemos dicho nada que nadie sepa. Quienes escucharon el Cerca de Ti, Señor después de la Virgen del Mar no lo olvidarán nunca.

Atavíos
El tocado que le hizo Álvaro Abril a los Dolores encontró opiniones situadas a ambos extremos; antagónicas, vamos. Que van desde lo sublime, lo magistral y lo acertadísimo a lo muy equivocado e incorrecto del mismo. Cada cual se quede con su opinión. También gustó el Primer Dolor (al parecer, apuntó alguien, Gabi Martín ya usó ese mismo paño de las Justinas de Morón con la Esperanza Macarena) . Volviendo a Álvaro Abril, allí se dijo que había conseguido dotar a cada una de las imágenes que arregla de una marcada personalidad: cierto. El Rosario del Mar, la Esperanza Macarena y los Dolores del Entierro son tres concepciones diferentes del dolor de María según sus diferentes autores, y Álvaro Abril logra acrecentar esas diferencias con sus arreglos. Y eso ha conseguido, entre otras cosas, que Almería haya recuperado una imagen como la de la Virgen de los Dolores. Qué preciosidad, dice este cronista.

Ser y estar
Además de ser y estar, las cofradías supieron serlo. Y estar. Exquisito traslado de vuelta de las Angustias (y de ida, claro) pero más exquisito fue el trato del Prendimiento. Su Hermano mayor le entregó las llaves de la casa de hermandad al de las Angustias para 'demostrar' que estaban en su propia casa. Días después, cuando el Crucificado y la Virgen regresaban a San Juan ambas corporaciones rezaron juntas ante los titulares y la Merced recibió el precioso y muy antiguo rosario que llevaba días antes su prima de las Angustias. También los hermanos cedieron el privilegio de portar tanto a la salida como a la entrada sus sagradas imágenes a los hermanos del Prendimiento. Y qué elegante fue los Estudiantes ofreciendo toda (toda) la ropa necesaria para sustituir las prendas mojadas por el aguacero que sorprendió a las Angustias. Y qué rapidez y calidez la del Amor para dar cobijo en minutos a la Esperanza Macarena... De eso se habló, llenándosenos la boca a todos de lo bien que lo supieron hacer nuestras hermandades.

Y más...
Claro que se habló de más cosas pero además de porque este cronista casi ni se acuerda, si las contáramos no tendría gracia. La gracia está, precisamente, en eso: en saber de qué se habló y eso sólo lo saben los que fueron. ¿El resto? Haber ido...