
Tras la llegada de rigor, el debido aparcamiento y la oportuna orientación esta Tertulia encamina sus pasos hacia la parte antigua de Guadix en la convicción de que ahí es donde tiene que estar lo bueno. Y así es. Un cafelito y las primeras conversaciones con los indígenas que nos dicen: por aquí, por allí, a esta u otra hora y esas cosas que uno responde cuando le preguntan por ese tipo de cosas. Así que tras café y varios saludos empezamos. El misterio del Señor de la Salud en su Prendimiento, de José Miguel Tirao Carpio, lo vemos camino de la Catedral por el Camino de los Forasteros. Detrás venía el Nazareno de Baza, de Sánchez Mesa. Acompañamos a las imágenes un tramo y visitamos algunas iglesias. En la de las Lágrimas aguardan su salida el Ecce-Homo, de Miñarro, la Esperanza de Baza (un calvario de Barbero Gor el Cristo) y el Crucificado de las Penas (de Lanteira) obra atribuida al círculo de Andrés de Ocampo. De ahí a la iglesia de la Virgen de las Angustias adonde estaba llegando la Cruz de la Juventud y el Icono y a la iglesia de Santiago a seguir viendo pasos. Allí pudimos ver el Nazareno de Guadix, al que llaman 'El Llavero' porque en 1810, cuando la invasión de los franceses llegó a Guadix los gabachos quisieron entrar al convento de las Clarisas (el de Santiago) después de todo el día estar luchando y cuando quisieron entrar por la fuerza, las monjas pusierion las llaves del convento en las manos del Nazareno y los franceses entraron pero no fueron capaces de quedarse dentro... Otros pasos que vemos en Santiago es el de la Verónica (Huéscar) que, en realizad, es una imagen de Santa María Magdalena, de José Sánchez Lozano, que el Viernes Santo por la mañana procesiona bajo la advocación de Verónica. Pero no es la única particularidad que presenta esta imagen que porta un sudario con el rostro del Señor tres veces impreso. El Nazareno al que ' acompaña' es obra del XVIII, que nos encantó, por cierto, con túnica de cola bordada. Allí se aprovechó para saludar al sacerdote que amablemente daba la bienvenida a cuantos llenábamos la iglesia puesto que de una visita anterior a Almería (invitado por la Soledad) membros de esta Tertulia lo recordaban. La última iglesia visitada fue la de la Concepción, donde contemplamos el original lienzo del Cristo de los Milagros (Purullena) que habría de formar parte del cortejo dentro de escasas horas.

Más, que la noche es joven y esto no ha hecho más que comenzar. Ahora toca decidir porque los pasos empiezan a separarse y a alejarse. Corriendo a la cuesta de San Antoñico que por ahí vienen el Prendimiento y, detrás, el Ecce Homo. Los vemos y luego, en la plaza Osario dejamos al misterio que siga por la calle Gloria (luego lo volveremos a ver) y nos vamos con el Ecce Homo por la plaza Pedro de Mendoza porque suena Madre (Raúl Rodríguez Domínguez) y nos gusta. A la Virgen de los Dolores, de la Puebla de don Fadrique, la vemos en la zeta, de recogida. Suena Amarguras (Manuel Font de Anta) y nos vamos corriendo a ver la entrada del Huerto, de Huéscar, que lleva detrás a la agrupación musical de Nuestra Señora de la Soledad (la que estuvo viniendo tantos años con el Prendimiento). Saludamos a José Pedro Licerán, que ya no está al frente de la banda pero está tocando. Entra el paso y nos vamos a la recogida de la Soledad en Santo Domingo, una imagen de Amadeo Ruíz Olmo cuyo paso combina talla, pintura y un programa iconográfico de lo más sugestivo. Dentro ya está el Santo Sepulcro, de Huéscar. Lo siguiente es la recogida del Cristo de los Milagros, de Purullena, lienzo al que acompaña la banda municipal de Purullena. Se recoge en la Concepción y de ahí al barrio de Fátima, a acompañar al misterio del Señor de la Salud en su Prendimiento por el camino de los Forasteros nuevamente. La agrupación de la Virgen de la Cabeza, de Exfiliana no para de tocar. Hace eso que hacen siempre de tocar de manera ininterrumpida durante 20 o 30 minutos, como cuando vinieron a tocar en aquella extraordinaria de san Vicente de Paúl a la Catedral y desde San Pedro, más o menos, no pararon. Es impresionante, la verdad. Pero regresando a Guadix, entre tanto, aprovechamos para entrar en la abarrotadísima Catedral y, por cierto, escuchar el despliegue de matices de todas sus campanas repicando (no recordamos la hora) que venían a decir que un día grande para la historia de la ciudad había llegado a su fin. Todo esto sería a las dos de la madrugada, más o menos.