
Llegaron a contar con un paso para ellos solos. Antes compartieron protagonismo y finalmente pasaron a ser el recuerdo de unos pocos y el olvido de muchos. Estamos ante una grandiosa escena de una fuerza expresiva enorme que perdió la Semana Santa de Almería. La fuerza de Pedro y la expresividad de un curioso Malco vestido de soldado romano. Del taller de Perceval al de Dubé. Uno se quedó en el camino y el otro llegó cambiado. Perdimos a ambos y ojalá algún día, para que conozcan su historia generaciones enteras que la desconocen, podamos reconstruir aunque sea temporalmente esta escena. En 2010 se cumplen veinte años de la bendición de la actual imagen del Señor y se empieza a escuchar deseos de priostía para los cultos de enero. Quién sabe si reintegrar a Malco o exponerlo en la sacristía esos días entra en esos planes. Ojalá.