Porque hay quien les teme y hay, es cierto, quien las desvirtúa. Pero por encima de todo, porque hay quien las entiende y quien no, así de sencillo. Así se explica todo. Así se explica, por ejemplo, que en el Corpus de Sevilla cada año salgan más pasos y en breve (y si no al tiempo) más bandas y en el de Almería no. Y así se explica que en Granada, Jerez o Cádiz haya salido el misterio de la Cena en el Corpus alguna vez y aquí no. Así se explican muchas cosas y se entienden otras. Y así se ve qué quieren unos y qué quieren otros.
Pero algo está cambiando y para bien. La Esperanza Macarena fue hermandad que quiso acercar el Sagrario a las casas. Esto es una suposición y como tal hay que tomarla; comenzaba a despuntar entonces el Corpus chico del Prendimiento y los que mandan debieron de pensar que aquello era moda, que allí había más de emulación que de devoción y segaron pronto aquella práctica. Se apoderó entonces de las cofradías el lenguaje victimista con el que comenzaba esta entrada. Porqué en otros sitios sí y aquí no. ¿Por qué todas las iniciativas se quedaban en eso?
La Soledad ha querido recuperar este año la tradición de montar un altar al paso del Santísimo y lo ha hecho. Allí todavía andan buscando los hermanos al lobo del que otros hablan. La Sacramental del Prendimiento ha cruzado la frontera, la invisible pero asfixiante línea iconoclasta de las procesiones eucarísticas y al Santísimo precedía hoy una imagen de un Niño Dios y seguía la multitud de siempre. Y en los Ángeles el Santísimo ha recorrido de nuevo en la mañana de hoy (de ayer) las calles del barrio. Ya no cabe preguntarse porqué en unos sitios sí y aquí no. Se nos desmonta la queja. Ahora toca preguntarnos porqué a unos sí y a otros no. ¿Y a que ahora da miedo la respuesta?